miércoles, 26 de noviembre de 2014

Super Size me

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Cartel del documental sobre McDonald's.

El otro día vi por segunda vez el documental «Super size me». La primera vez que lo vi tenía catorce o quince años y casi no me acordaba. Creo que merece la pena echarle un vistazo y volver a verlo cada cierto tiempo. En mi caso, decidí darle un repaso al darme cuenta de que a unos minutos de mi casa han puesto dos McDonald's, dos Burger King, un Taco Bell, un Telepizza, un KFC y varios sitios de comida rápida asiática.

¿Hasta qué punto somos conscientes de lo que comemos cuando vamos a un «restaurante» así? Llevo un tiempo analizando a la gente por la calle y tengo una teoría que compartir. Mi teoría es: gordura mediterránea vs. gordura americana. La gordura mediterránea se basa en tripa cervecera, caras con mofletes y, en general, algo más o menos proporcionado. Por otro lado, la versión americana consiste en grasa más expandida, michelines por todas partes, piernas muy gruesas, piel más colgandera. 

Mi impresión es que en los últimos años la gordura mediterránea está dando paso a la americana en España. Es bastante alarmante porque aunque tener sobrepeso no es bueno para la salud, siempre es menos malo estar «rellenito» que llegar al punto de la obesidad. ¿Tendrá algo que ver que los lugares de venta de comida rápida se estén multiplicando como los Gremlins al mojarse.

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Para los que no conozcáis este documental de 2004: «Super size me» cuenta de manera detallada el día a día de un hombre, Morgan Spurlock, que decide comer comida de McDonald's durante un mes. Tres comidas al día y, siempre que se lo ofrezca la persona de la caja, debe elegir el tamaño gigante o tamaño Super size. 

Ese pequeño detalle me llama muchísimo la atención. Al ver los tamaños y compararlos con lo que vemos en los McDonald's de España solo puedo horrorizarme al pensar que no es porque se lo pidan para compartir entre varias personas sino porque se beben esos gigantescos refrescos (algunos de hasta dos litros) y se comen esas cantidades descomunales de patatas.

Si no me equivoco, al poco de ver la luz «Super size me» se decidió eliminar estas dosis sobrenaturales de calorías innecesarias para el cuerpo humano. Aceptaron que tal cantidad de refresco y comida era desorbitada.

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Me quedo con una de las primeras imágenes del programa, cuando Morgan Spurlock se siente incapaz de terminar con la comida y se siente mal, muy mal. Más adelante su organismo se empieza a adaptar y ya no vomita al comer esas cantidades, pero su salud se deteriora día tras día.

Por otra parte, es muy alarmante la parte que dedican a la alimentación en los centros educativos. Niños que solo comen comida rápida, bollería y azúcar, azúcar y más azúcar. Dicen los representantes que enseñan a los niños a elegir correctamente, pero cuando se habla con los estudiantes y se mira lo que van a comer, lo saludable cae en el olvido.

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El propio protagonista del programa se impresiona al ir cambiando de estado, ya que va viajando por todo Estados Unidos. Por lo que parece, en Texas todo es a lo grande.

Podéis echar un vistazo a estos pequeños artículos:



super size-tamaño grande de patatas

¿Dónde está el límite? ¿Es la empresa la que debe poner cordura en sus raciones o son los consumidores los que deben elegir lo que más les conviene? En un mundo donde es más barato comer comida basura que comprar frutas y verduras, ¿cómo esperan que la gente se cuide cada día?

Las prisas, la economía doméstica y la adicción que crea este tipo de comida hacen que sea muy complicado llevar una dieta sana, sobre todo si tus ingresos son bajos. Ahora se extrañan de que haya niños obesos en zonas marginales, si lo sano no fuera tan caro esto no sería así, estoy segura.

En resumen, os recomiendo de todo corazón que veáis «Super size me», creo que es fundamental para ayudarnos a reflexionar sobre lo que aceptamos como algo normal en la alimentación y no lo es. Con esto no quiero decir que no coma nunca en estos sitios, pero comer una vez cada varios meses o semanas no es tan terrible, es un capricho insano, pero un capricho al fin y al cabo. Mientras aceptemos que es un exceso de un día concreto, todo irá bien. El problema es cuando alguien te dice, como me dice a veces mi primo: Sí, voy todos los fines de semana porque es lo único que podemos permitirnos mis amigos y yo, y nos encanta.

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¡Bon appétit!
Nemea

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