lunes, 1 de diciembre de 2014

La igualdad y sus cincuenta sombras

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Voy a hablar un poco de la igualdad sexual. Ahora que falta poco para que «Cincuenta sombras de Grey» llegue a la gran pantalla, me he acordado de algo que leí hace tiempo.

Hace un tiempo, casi dos años, escuché la grandísima estupidez de que las mujeres que llevan tacones altos están fomentando el maltrato y el machismo. Los que no lo oyeran estarán pensando: ¿quién pudo decir semejante bobada? Ni más ni menos que el Instituto Andaluz de la Mujer. Bueno, hagamos la vista gorda y pensemos que no todos los que están ahí lo piensan y que fue una cosa individual de la coordinadora, Rosario Ballester.

Además también dijo que el libro «Cincuenta sombras de Grey» es también un síntoma de maltrato a la mujer. Veamos, no me gustó el libro por su forma de estar escrito, pero si nos centramos en el argumento me parece que trata de una mujer que elige qué tipo de relaciones sexuales quiere tener, decide con quién tenerlas, no la obligan a nada que ella no quiera, experimenta con su cuerpo, etc. ¿En qué universo ser la dueña de tu vida es un síntoma del maltrato a la mujer?

Supongo que se refiere al tema de la sumisión en el ámbito sexual, pero no deja de ser sumisa en la cama por su propia elección. Ahora va a resultar que si la mujer no se pone encima del hombre en la cama todo el tiempo está dándole demasiado poder, ¡venga ya!

Me gustaría decirle a los que piensan así que muchas personas de carácter fuerte y dominante como jefes, ejecutivos, madres y padres estrictos, gente meticulosa, ordenada y controladora, tienen tendencias sumisas en el sexo. Mientras que muchas personas de carácter dócil y entrañable pueden ser más dominantes que dominados a la hora de tener relaciones.

¿Los hombres sumisos están fomentando el maltrato a su sexo? ¿Los hombres dominantes son violadores, violentos o crueles? No, simplemente son juegos donde cada uno elige lo que le proporciona placer de manera libre y sincera.

Voy a poner dos ejemplos muy simples y le vamos dando la vuelta, veamos quién parece qué:

  • Llega la noche y una vez en la cama, con el pijama puesto y un buen libro en las manos, se da cuenta de que su marido tiene ganas de «cariñitos». Puede decidir entre hacerle caso y quitarse de en medio la situación en unos minutos, ir al grano y poder volver a su libro o bien decirle rotundamente que no, algo que tal vez le costaría más tiempo.  ¿Qué pensará ella si él decide masturbarse?
  • Llega la noche y una vez en la cama, saca unas esposas de la mesilla de noche y le pregunta a su marido si quiere jugar a inmovilizarla. Si es que sí, juego asegurado. Si responde que no, ella se acaricia a si misma y buenas noches. 
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¿Le damos la vuelta a la tortilla? 
  • Él está cansado y ya entre las mantas. Ella se pone cariñosa. Si le dice que sí, no vale algo rapidito para quitárselo de encima, tendrá que satisfacerla un mínimo, algo que realmente no le apetece nada. Si dice que no rotundamente sabe que probablemente ella se moleste y empiece a pensar cosas del tipo: «¿será que no me desea?» y la tensión cortará el ambiente. ¿Qué pasa si ella decide tocarse? ¿Lo hará con confianza y naturalidad?
  • Él quiere jugar y le propone a ella que le ate o atarla. Si dice que sí, hecho. Si dice que no, se toca si le apetece y a dormir. 
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¿El tipo de sexo condiciona la relación de pareja? ¿Tiene algo que ver en la supremacía? Da igual el tipo de fetiches que tengas, si te gusta o no lo tradicional, si prefieres o no algo más extravagante. Lo que realmente importa es que ambos puedan hablarlo y que ninguno tenga que ceder o que negarse en seco. 

Es como si a alguien se le ocurre decir que todo aquel que disfrute con el sexo tal y como se conoce tradicionalmente es un soso o un amargado. Estará diciendo una solemne estupidez y hablando sin pensar. Cada uno tiene una forma de disfrutar y, siempre que sea de manera consensuada, nadie debe meterse en como experimenta la intimidad una pareja.

Hay una cosa clara y es que las parejas que hablan con tranquilidad sobre sexo tienen más confianza, menos secretos y menos momentos de incomodidad. Nadie puede obligarte a nada, leas lo que leas y elijas los zapatos que elijas. 

La cabeza siempre bien alta, porque nadie tendrá jamás derecho a hacerte sentir inferior. Leer un libro o llevar unos taconazos no te convierte en futura víctima. Como dice la canción, calza tus tacones para hacer sonar tus pasos. 

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Disfrutad lo tradicional, lo extravagante o la castidad, pero disfrutad siempre.
Nemea


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